Desde muy temprana edad , diría yo desde mis primeros pasos estuve siempre en contacto con la medicina pues mi padre era médico de profesión y se dedicaba al cuidado de pacientes en la sala Santa Luisa del Hospital Martín Icaza de la ciudad de Babahoyo en Ecuador, desde que tuve uso de razón veía a mi padre como con amor, solidaridad y compasión casi desmedida trataba no solo la enfermedad física del paciente sino también trataba el dolor del alma.
En ese entonces por allá en los años ochentas el médico era el profesional de cabecera que no solo daba atención médica a una familia sino también a una comunidad entera, en esa época el médico de cabecera trataba casi todas las enfermedades convirtiéndose en expertos médicos de familia.
Mi infancia y adolescencia transcurría entre libros de medicina y salas de hospital y creo que fue el ver a mi padre tan dedicado a su profesión que sentí que la medicina definitivamente sería parte de mi vida, de mi historia y de la forma en la cual había decidido ganarme la vida .
En mis vacaciones del colegio retornaba a mi pueblo natal y como mi padre nos enseñó desde pequeños a ganarnos el dinero trabajando , le pedí ser como una especie de asistente escribano en los pases de visita de la sala Santa Luisa del hospital,y bueno, para mí era tocar el cielo con las manos puesto que no solo estaba aprendiendo sino que además trabajaba al lado de mi padre.
Por esa razón al llegar a la adultez decidí que medicina sería mi carrera para dedicarme a mitigar el sufrimiento , el dolor y la desesperación de aquellos pacientes que habiendo intentado de todo siguen sufriendo debido a las enfermedades de base que les ocasiona dolor y de esa manera utilizar mis conocimientos al servicio de los pacientes ayudándoles de obtener calidad y calidez de vida.
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